Descubren en el yacimiento de Las Pinturas, en Guatemala, una de las primeras anotaciones del calendario Maya descubierta hasta ahora. El fragmento consiste en un glifo de una cabeza de ciervo bajo lo que los investigadoras apoyan que serían dos puntos y una línea, que representarían el número siete. “Siete venado”.
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El calendario maya
El calendario Maya se compone de tres mediciones: la solar, llamada también Haab, de 365 días; el ritual o Tzolk’in, de 260 días, al cual pertenece el fragmento descubierto; y la llamada cuenta larga, que consiste en un sistema vigesimal de contar los días de forma lineal, con un recorrido completo cada 52 años, y que se remonta al año 3114 a.C., fecha de la creación del mundo en la mitología mesoamericana.
El calendario Tzolk’in acompañaba al calendario Haab con la intención de fijar sus fechas rituales. A diferencia del Haab con sus 365 días, el Tzolk’in solo constaba de 260, cuenta que se asemeja, más que al año referido por las estaciones, al tiempo de gestación humana. Este calendario ritual no se mide en meses, sino en ciclos de 20 días. Los días están numerados y asociados con determinados glifos. Por ello el descubrimiento de un glifo de una cabeza de ciervo asociado al número siete nos da a entender la pertenencia a dicho calendario. Al siete ciervo/mano, le seguía 8 estrella, 9 jade/agua, 10 perro, 11 mono, etc.
El yacimiento
En 2001, un grupo de arqueologos bajo el mando de William Saturno, descubren una nueva ciudad maya oculta en la selva de El Petén, en Guatemala. El lugar, nombrado San Bartolo, sobresale por la construcción de una serie de pirámides construidas de manera escalada y superpuesta.

En su interior los investigadores hallaron el motivo por el que denominarían al yacimiento, Las Pinturas. Cuando entraron en la primera cámara se encontraron con montones de murales de vivos colores con temáticas mitológicas, con ilustraciones sobre sus dioses y el origen del mundo. Entre ellas encontraron muestras que podían pertenecer a los primeros signos de escritura descubiertos sobre la civilización mesoamericana.
Siete años más tarde, en 2008, los investigadores Boris Beltrán, ahora codirector del Proyecto Arqueológico Regional San Bartolo-Xultun y Heather Hurst, arqueóloga de la universidad Skidmore College (Estados Unidos) y codirectora del yacimiento, encontraron más de 7.000 fragmentos de pinturas murales sobre trozos de muros de estucos derruidos en el interior del yacimiento de “las pinturas”.
“Fueron los propios mayas los que derribaron la pared para ampliar la pirámide. Pero el cuidado con que desmontaron el mural, cómo retiraron el repello, cómo lo depositaron en el interior de la cámara… Como si fuera una regla constructiva de los mayas. Cuando se hace una nueva estructura, entierran la anterior. No se rompe y se tira sin más, es algo sagrado, como si enterraran a la familia”, dice Beltrán. “Cuando pintaban una imagen, los mayas creían que el acto de pintarla daba vida a la figura. Así que cuando llegaba el fin de su uso, debían de retirarla con respeto”, añade Hurst.
Con este hallazgo comenzó el trabajo de investigación y datación de las piezas. Muchos son los arqueólogos que han trabajado en este rompecabezas, en el que se sigue trabajando después de más de 10 años. Alguna de las imágenes ya han sido descifradas, y algunos elementos han arrojado luz a nuevos caminos de investigación. Como por ejemplo el hallazgo de la primera referencia a un rey y por lo tanto a una jerarquía monarquica que se conoce hasta ahora, retrasando la fecha cientos de años.
La pieza más antigua de un calendario maya
Entre los 7.000 restos de murales, se han encontrado 2 pertenecientes al calendario Tzolk’in. Estos fragmentos han sido analizados, junto con otros 9, en dos ocasiones por la técnica de datación por radiocarbono. Los estudios los sitúan entre los años 300 y 200 a.C., a finales del periodo Preclásico mesoamericano.

El conjunto de estas dos piezas ha sido denominado #4778. En la imagen podemos observar que la pieza consta de un punto y una raya horizontal. Pero los investigadores sostienen que ese punto tendría un gemelo no visible debido al punto de ruptura del bloque, y que en realidad la pieza constaría de una raya horizontal y dos puntos, lo que para los mayas se traduce en el número 7. El otro elemento visible de la pieza se trata de un glifo que se corresponde con una cabeza de ciervo o venado. El siete venado es uno de los días de Tzolk’in.

Por lo que debido a su datación por radiocarbono y al estudio de la pieza, podemos concluir que se trata de la primera anotación conocida de un calendario maya.
Significado del hallazgo
El hallazgo podría demostrar que los calendarios mayas y su utilización dataría de mucho antes de lo que se creía. Siendo el siete venado “la fecha más antigua registrada, en este caso en un mural” según Beltrán.
Además arroja dudas sobre el inicio de la escritura, de la tradición artística e incluso el origen de las mismas, ya que para cumplir con los estándares observados en los fragmentos de “las pinturas”, David Stuart afirma que los mayas deberían haber tenido una tradición de escritura establecida mucho antes de los que se cree a día de hoy, empezando en el Preclásico Medio (1200-400 a.C.) o incluso más atrás.
A lo que Heather Hurst añade: «La tradición de escribas representada en estos 11 fragmentos es diversa, expresiva, su tecnología para la preparación de la pintura y la fluidez caligráfica es impresionante: se trataba de una tradición de escritura y arte bien establecida».
También se señala la importancia del descubrimiento, como de todo el yacimiento y San Bartolo, en referencia a los posible avances en los que se está trabajando sobre prácticas religiosas principalmente en el periodo Preclásico.
La investigación continúa
San Bartolo aún oculta muchas incógnitas. Los arqueólogos siguen trabajando en el yacimiento y parece que existen vías claras de estudio. Heather Hurst nos da un tentempié sobre el destino de las investigaciones. Se han descubierto cuatro caminos que conducen a la ciudad, “San Bartolo está en el centro de algo, ahora tenemos los ojos puestos en saber donde acaban estos caminos”.