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El Congo colonial, historia de un genocidio

El congo y sus deleznables prácticas

El Congo, el triste espejo en el que todos hemos de mirarnos

“Todos corríamos. Nos disparaban por todas partes desde el bosque […]. Entonces ví a un soldado enfrente de la ventana, iba cargado de balas y me apuntaba con su rifle […]. Después hizo lo que quiso con mi cuerpo. Luego llegó otro soldado, y un tercero y un cuarto y un quinto. El fuego empezó muy rápido. Las llamas nos rodeaban. Yo sujetaba a mis hijos. Cuando alcancé la puerta el mayor se soltó..”. 

«…Después hizo lo que quiso con mi cuerpo…»

Entrevista a Renee, en «Cuando los elefantes luchan 7«

De esta manera, Renee nos describe, entre lágrimas y con la cara desfigurada por el fuego, el ataque que sufrió su aldea en 1997. Pero, ¿Cuáles son las causas que engendran una situación tan brutal en el planeta tierra? ¿Cómo es posible que uno de los países más ricos del mundo, mayor productor de cobalto, sexto de cobre y con el 70% de las reservas de Coltán del planeta, además de sus enormes riquezas en plutonio, oro y diamantes, sea uno de los países más pobres, con un IDH del 0’480 y el penúltimo en la clasificación de PIB per capita?

Como siempre nosotros, humanos, somos hijos de nuestra memoria, de nuestro pasado. Y sólo éste puede explicarnos tal despropósito.

Breve historia del Congo precolonial

La realidad demográfica del Congo se inicia con la llegada de las tribus pigmeas al territorio sobre el año 2.000 a.C. Estas eran sociedades primitivas basadas en la caza, la recolección y la paulatina aparición de la ganadería.

En el S.V a.C, durante la expansión bantú, una serie de grupos, relacionados con la metalurgia y la agricultura, migraron hacia el territorio. Entre todos ellos destacan los suajili, los kikongo y los lingala, que se asentaron en la cuenca del río Congo. Con el devenir de los años, estas poblaciones engendraron la primera civilización del país, la cultura Upemba, que se instalaría en la zona sureste del Congo iniciando, desde allí, rutas comerciales que abarcarían la costa oriental africana y el mar índico. De sus raíces germinará el imperio Luba en el S.XVI.

Por su parte, a finales del S.XIV, en la zona occidental del país, se formó el Reino del Congo controlado y dirigido por un Mwene Kongo. Pero poco menos de un siglo tras su fundación, en 1483, llegaron los primeros europeos, los portugueses. Estos entablaron relaciones comerciales con ellos, sobre todo por el marfil e ingentes cantidades de esclavos. 

A finales del XVI, y viendo la rápida expansión de las primeras colonias portuguesas al sur del territorio, el Reino del Congo les declaró la guerra, no sin antes iniciar un acercamiento con los holandeses, también afianzados en la zona. Pero esta alianza no perduró y los congoleños perdieron la guerra contra los lusos en 1665. El reino se sumió en una fuerte crisis dinástica, y el territorio se dividió en tres, sumidos en una disputa perenne mientras servían en vasallaje al imperio portugués. 

El S.XIX fue un siglo difícil para estas potencias africanas, que poco a poco fueron cayendo en desgracia debido a las crisis sucesorias y las presiones extranjeras. Hecho aprovechado por las potencias occidentales para expandir sus tentáculos mercantiles y colonialistas en la zona. Y sería Leopolodo II de Bélgica quién sacaría los mayores beneficios.

Leopoldo II entra en escena

En 1885 el recién fundado estado de Bélgica, con unos 50 años de existencia, logró controlar un territorio más que rico en materias primas, de origen animal, vegetal y fósil pero sobre todo mineral, bienes tan codiciado por las potencias europeas de la época para poner en marcha la Segunda Revolución Industrial. Pero, ¿cómo pudo el rey de un país de unos 30.000 km2 controlar un territorio de casi 2.000.000 de km2? 

Durante la década de los 70, Leopoldo II defendió, en todos los congresos a los que fue invitado, la imperiosa necesidad de civilizar a los pueblos africanos. Y, con ese objetivo en mente, creó la Asociación Internacional Africana en 1876, propiedad privada del monarca belga.

Mentiras y engaños por el bien de su bolsillo

Con ese supuesto fin filantrópico financió al explorador Henry Stanley. Este se ocupó de confeccionar el primer mapa del territorio y afianzar el monopolio comercial en forma de tratos con los africanos. Tratos que pronto se tornaron en concesiones de soberanía mediante la injerencia de la nueva asociación creada por Leopoldo, la Asociación Internacional del Congo. Pero la tarea más complicada aún estaba por llegar, que las grandes potencias europeas, que luchaban en la carrera colonialista, le dieran su parte del pastel.

Con este propósito, Leopoldo II, además de engañarlos con su propaganda filantrópica, supo aprovechar muy bien la coyuntura internacional. Para acallar los intereses franceses se les otorgó parte del territorio congoleño. Además se les prometió la tutela del país si el empeño colonizador de la A.I.C fracasaba.

Bismark fue presionado por su mayor banquero, Gerson von Bleischröder, amigo íntimo de Leopoldo II. Por su parte Portugal fue dada de lado, tanto por franceses como por ingleses, ya que sus políticas económicas proteccionistas no concordaban con las defendidas por esas potencias, basadas en el libre mercado. Finalmente Inglaterra se contentaba con un mal menor, ya que ese rico territorio no pasaría a manos ni de los franceses ni de los lusos.

De este modo, el 26 de febrero de 1885, el Congreso de Berlín ratificó la propiedad del Congo a manos de Leopoldo II y su AIC. Este ya tenía riendas sueltas para confeccionar, en la recién adquirida propiedad, uno de los sistemas más salvajes e inhumanos de nuestra historia.

El Congo colonial, historia de un genocidio

En un primer momento todo acontecía normalmente en el Congo, o por lo menos según la opinión pública. Bélgica, como el resto de potencias colonizadoras, se estaba esmerando en su misión filantrópica de civilizar esos bárbaros pueblos de ultramar. Sociedades que tanto necesitaban de la intrusión del hombre blanco para alcanzar cuotas civilizatorias hasta ahora desconocidas por ellos (o por lo menos eso defendían).

Pero la liebre saltó cuando Joseph Conrad, a finales del XIX y tras un viaje al Congo, escribió su conocida obra, “Corazón de las tinieblas”, en la que describe el vejatorio trato que recibían las poblaciones nativas por culpa del expolio de sus riquezas. Como bien escribió este era “el saqueo más vil que jamás haya desfigurado el rostro de la conciencia humana”.

«el saqueo más vil que jamás haya desfigurado el rostro de la conciencia humana»

Joseph Conrad

El verdadero objetivo de Leopoldo II, que trataba al Congo como su propiedad privada, era el sistemático saqueo de sus riquezas, como oro, marfil, diamantes y caucho. Con esta intención se impusó a la población congoleña cuotas de explotación casi imposibles. Si alguno no lo conseguía, ya sea niño, adulto o viejo, se les cortaba una mano. Las mujeres, por su parte, eran retenidas con el objetivo de forzar a los hombres al trabajo y así evitar su huida hacia los impenetrables bosques congoleños. 

Para mantener a raya las posibles revueltas confeccionó un verdadero ejército de mercenarios. Este contaba con unos 90.000 individuos, que tenían por objetivo encontrar aldeas, quemarlas y esclavizar por la fuerza a sus habitantes.

Además de ser mutilados, los torturaban a diario y los asesinaban si oponían cualquier tipo de resistencia. Las fuertes hambrunas siguieron al martirio, ya que no tenían tiempo de trabajar la tierra para su provecho. Al final de la empresa filantrópica de Leopoldo II se contabilizan unas 10.000.000 de muertes, casi la mitad de la población congoleña de aquel entonces.

El congo pasa de manos, pero el expolio se mantiene

Tras el fuerte escándalo que suscitó el libro de Joseph Conrad, Leopoldo II fue deslegitimado para seguir siendo el propietario del inmenso país africano, y este pasó bajo jurisprudencia del estado belga desde 1908 hasta el día de su independencia en 1960.

Aunque se puede afirmar que la calidad de vida de los congoleños mejoró notablemente, pudiendo muchos de ellos acceder por primera vez a una educación, junto con la abolición de las sistemáticas mutilaciones, no hay que olvidar que la esclavitud siguió vigente, que la esperanza de vida media era de 40 años y que el apartheid se mantuvo, transformando a los congoleños en ciudadanos de segunda en su propio país. Sin mencionar los infames zoos humanos que comenzaron en la Exposición Internacional de Bruselas en 1897, y en el que los curiosos visitantes podían ver encerrados a una familia de congoleños mientras les tiraban cacahuetes para observar como se los comían los nativos encadenados.

En los años 50’, como en muchos otros países colonizados, un fuerte sentimiento nacional y anticolonialista explotó en el territorio. Su máximo adalid fue Patrice Lumumba. En 1960 este nuevo envite social llevó a las primeras elecciones democráticas del país. Y el pueblo eligió a Lumumba Primer Ministro y Kasa Vubu Presidente de la recién fundada república. 

Pero el Congo seguía produciendo ingentes cantidades de riquezas, teniendo en su haber el 60% del plutonio mundial, el 70% del cobalto, además de oro y diamantes. Y claro está, Bélgica no iba a permitir que esos recursos se le escaparan, ni Estados Unidos que acabaran en bolsillos de los bolcheviques.

El discurso que costó la vida de Patrice Lumumba

El 30 de junio de 1960, tras la proclamación de independencia del Congo, una serie de discursos se retransmitieron en vivo en la cadena de radio congoleña y la televisión belga. 

El primero en tomar la palabra fue el rey belga, Balduino. Este no dudó en alabar la misión civilizadora emprendida por los belgas durante el transcurso de la colonización. Tras el mismo, le tocó al nuevo presidente, Kasa-Vubu, que realizó un discurso claramente servil hacia la potencia europea y su papel jugado desde finales del S.XIX. Todo iba bien para los belgas, que veían como el nuevo gobierno no iba a cambiar el estatus quo del país, pero la cosa cambió cuando Lumumba subió a la palestra. Momento en el que realizó uno de los discursos anticolonialistas más conocidos de la historia.

Video youtube – Declaración de la independencia del Congo (1960)- @British Pathé

En el mismo Lumumba afirmó que “combatientes de la independencia, hoy ha llegado el día de la victoria. Desde aquí yo os saludo. Y también saludo a todos aquellos que lucharon sin tregua junto a nosotros. Hemos conocido los sarcasmos e insultos, hemos soportado humillaciones día y noche, solo por el hecho de ser negros. Hemos aprendido que la ley nunca fue igual para negros y para blancos. ¿Cómo olvidar los disparos en contra de las personas que se rebelaron en contra del régimen de injusticia, opresión y explotación?”. Tras el discurso la sala estalló en aplausos, todos menos del rey belga y sus allegados, junto al presidente congoleño. Patrice Lumumba había cavado su propia tumba.

1960, una independencia teórica pero no práctica

El beligerante discurso no pasó desapercibido para las potencias extranjeras. Por un lado, los belgas no estaban dispuestos a perder la joya de su corona, cosa que pasaría si Lumumba nacionalizaba las riquezas de su país para que estas, por primera vez, fueran provechosas para su pueblo y no para empresas o países foráneos. Por otra parte, los Estados Unidos temían el posible acercamiento del Congo de Lumumba hacia la URSS (aunque este afirmó no ser comunista).

Tanto los belgas como la CIA armaron a mercenarios congoleños de la zona minera de Katanga (territorio del sudeste congoleño, rico en minerales). Su objetivo era federalizar el país y quedarse con la mejor parte del pastel. Ante esta situación Lumumba pidió ayuda a los países africanos recién independizados, pero de poco le sirvió.

Última imagen de Lumumba antes de su asesinato a manos de Mobutu y su ejercito

El militar Sese Seko Mobutu, junto a sus tropas financiadas por las potencias extranjeras, capturaron a Lumumba (foto: Una de las últimas imágenes de Lumumba), lo asesinaron, mutilaron su cuerpo y este fue eliminado de la faz de la tierra con ácidos. Pero, antes de tal inhumano acto le obligaron a comerse el papel en el que escribió su discurso.

De este modo se instauró uno de los regímenes dictatoriales más despóticos de la historia africana. Régimen que duraría más de 30 años y que fue encabezado por Mobutu. 

Mobutu y el régimen del terror

Tras una década de fuertes inestabilidades, Mobutu tomó las riendas del país unificándolo bajo el nombre de la República del Zaire. Dictador títere financiado y con muy buenas relaciones con los belgas, franceses y estadounidenses, como bien podemos apreciar en las imágenes más abajo.

Entre sus políticas destaca un intento de nacionalización de las riquezas congoleñas, evento conocido como la zairenización. Pero en realidad su política se encaminaba más en aumentar su patrimonio personal y no en crear una infraestructura pública para el disfrute del pueblo. ¡Llegó a amasar una fortuna de más de 4.000 millones de dólares! Finalmente, este proceso acabó en un rotundo fracaso, y tornó de nuevo su mirada hacia las potencias extranjeras, sobre todo franceses y estadounidenses desde mediados de los 70’.

Fue un gobierno claramente corrupto hacia los intereses de occidente, que no dudó en emplear la violencia vejando, cada día, los derechos humanos. Pero, según la perspectiva occidental, era visto como un mal menor, puesto que las ingentes riquezas del país acababan en sus bolsillos y no en el de sus enemigos. Inclusive, el presidente Reagan llegó a afirmar que era «una voz del buen sentido y la buena voluntad».

El despótico régimen de Mobutu acabó en los 90’. Su final lo marcó una crisis económica que arrasó al país y la pérdida de sus alianzas tras el derrumbe de la URSS en el 91. Pero la gota que colmó el vaso sería lo que aconteció en el país vecino, Ruanda, en 1994.

Ruanda y el Congo

Sin entrar demasiado en detalle, ya que pronto publicaremos una reportaje dedicado al caso ruandés, en 1994 un genocidio explotó en Ruanda, país vecino del Congo. Una especie de ajuste de cuentas entre hutus y tutsis. Etnias concentradas por la colonización en un mismo país, Ruanda, en perenne lucha debido a las malas praxis de los colonizadores.

Los menospreciados hutus salieron armados con machetes, cuchillos y armas de fuego a la calle en búsqueda de los tutsis ruandeses. En los cien días que duró la indiscriminada matanza, 800.000 civiles fueron asesinados a punta de machete y armas de fuego. Lo que significa un total de 8.000 muertos al día, 333 por hora o 5 por minuto. Las cifras del verdadero infierno en tierra.

El Congo tras el genocidio ruandés

Tras el brutal genocidio, entre 1.500.000 y 3.000.000 de refugiados ruandeses cruzaron la frontera de Zaire. País gobernado por el despótico régimen de Mobutu, que afrontaba una dura crisis económica y sin ningún respaldo internacional. 

Este ya no podía sofocar las cientos de revueltas que se expandieron por su país por culpa de la pobreza endémica y la hambruna. La llegada de ese elevado número de personas acabó por implosionarlo desde dentro. 

En 1996 la AFDL (Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo) liderada por Kabila, y apoyada por los ruandeses y ugandeses, invadió militarmente el Congo Oriental. El objetivo de los mismos era derrocar el gobierno de Mobutu, pero el de sus aliados era bien diferente. 

Los ruandeses y ugandeses, dirigidos ahora por los tutsis, querían vengarse del gobierno de Mobutu que había apoyado la masacre de Ruanda, y entrar, ametralladora en mano, para acabar con la vida de los refugiados hutus que habían huido al Congo tras la barbarie. 

De este modo un nuevo camino se abría para los congoleños. Pero lejos de traer prosperidad y futuro, les condujo a una de las épocas más violentas e inestables de su historia, que ya es decir.

La primera guerra del Congo

La primera guerra del Congo duró poco más de 6 meses (1996-1997), y acabó con el derrocamiento del aislado y pertrecho régimen del dictador Mobutu. Este sería reemplazado por un régimen, supuestamente, democrático liderado por Laurent-Désiré Kabila.

Durante la guerra, la AFDL tomó rápidamente buena parte del territorio del antiguo Zaire, pero para poder tomar la capital, Kinshasa, deberían conseguir fondos económicos. Para ello, el líder rebelde decidió realizar beneficiosas concesiones de extracción a multinacionales extranjeras. Estas grandes empresas aprovecharon la coyuntura y financiaron y armaron a la AFDL pero las riquezas del Congo pasaron a ser propiedad privada de las mismas.

La capital fue tomada a sangre y fuego por Kabila, contándose un total 1.500.000 muertes durante el avance del ejército rebelde por el territorio congoleño. Muertes en forma de matanzas indiscriminadas sobre las poblaciones refugiadas que se hallaban en el país con armas pagadas por las empresas extranjeras.

Aunque el régimen de Mobutu fue rápidamente suplantado por el de Kabila, la tan ansiada prosperidad y paz nunca llegaría al nuevo Congo, iniciándose al poco tiempo la segunda guerra del Congo.

El Congo, un país abocado al desastre económico

El nuevo régimen de Kabila, que se implantó con ciertos aires democráticos, pronto demostró que no sería capaz de traer el cambio demandado por el núcleo social, la democracia y, sobre todo, la prosperidad.

A nivel económico, las concesiones dadas a las multinacionales extranjeras mellaron por completo la estabilidad del país. Durante el gobierno de Mobutu, la extracción de los minerales se hallaba copada por la empresa estatal Gecamine, de la cual provenía el 80% del presupuesto nacional. Aunque bien es cierto que, más que pública, era propiedad privada del corrupto dictador, no lo es menos afirmar que también era provechosa para la sociedad. Gracias a las 500.000 toneladas de cobre al año que extraía (entre otros muchos minerales), era la empresa que fomentaba el naciente sistema de educación y sanidad del país, y era vista como la piedra angular del resurgir económico del Congo.

Tras las concesiones de Kabila a las multinacionales canadienses, australianas y estadounidenses, entre otras, esas riquezas, que se calculan en miles de millones de dólares, se escaparon de las manos del gobierno congolés.

Con la explosión, a principios del S.XXI, de la demanda de productos de ocio tecnológicos, como móviles y Play Stations, cuya construcción depende de los ingentes recursos mineros del país, el Congo atravesó, el que posiblemente sea el peor de los momentos de su dura historia.

El Congo, el reflejo de occidente

El gobierno de Kabila pronto fue tachado por la población como gobierno dictatorial, a la par del presidido por Mobutu. Gobierno que sumió a la población en una pobreza e inestabilidad hasta ahora desconocida.

Los ruandeses supervivientes a las matanzas de los campos de refugiados, llevados por un sentimiento revanchista, se han armado y han confeccionado la FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda). De manera que ha aumentando la inseguridad, las violaciones, los saqueos y asesinatos por toda región controlada por los mismos.

Por otra parte, debido a la fuerte demanda de productos tecnológicos y para la cual se necesita el coltán del país, el control de las minas ha hecho proliferar los grupos terroristas y paramilitares congoleses. Y estos son los que negocian y protegen los intereses de las grandes multinacionales extranjeras.

Mina de oro en el Congo
La UPC protege la mina de oro, R.D. del Congo (18, jun, 2003) Foto: Eric Feferberg / AFP

En este contexto, la segunda guerra del Congo explotó, dejando tras de sí un reguero de más de 3.600.000 víctimas (1998-2003), normalmente inocentes ciudadanos del país.

El corrupto gobierno congolés, que se halla en manos del hijo de Kabila (tras su asesinato), no tiene ningún medio para frenar esta nueva oleada de violencia. Salvajismo que esta sumiendo de nuevo en la más absoluta miseria al inmensamente rico país africano. Mientras que las grandes multinacionales que operan en ese lejano territorio siguen pagando un precio irrisorio por las vitales riquezas minerales que tanta falta hacen para el desarrollo del ocio occidental.


Libro recomendado

Libro "Congo" de David Van Reybrouck

Congo

David Van Reybrouck

«Un magnífico relato, esencial para cualquier interesado en cómo el pasado reciente influye en nuestro futuro cercano. De una lucidez excepcional.»
The New York Times Book Review


Bibliografía

Si te interesa alguno de los libros de nuestra bibliografía, incluimos un enlace en cada uno a su página de amazon.

  1. CONRAD, Joseph (2012): “El corazón de las tinieblas”. Madrid, Alianza Editorial.
  2. VAN REYBROUCK, David (2020): “Congo: una historia épica”. Madrid, Taurus.
  3. HOCHSCHILD, Adam (2017): “El fantasma del rey Leopoldo: una historia de codicia, terror y heroísmo en el África colonial”. Barcelona, Malpaso Ediciones.
  4. CEAMANOS, Roberto (2020): “El reparto de África: de la Conferencia de Berlín a los conflictos actuales”. Madrid, Los Libros de la Catarata. 
  5. HOBSBAWN, Eric (2014): “La era de la revolución (1789-1848), la era del capital (1848-1875), la era del imperio (1875-1914)”. Barcelona, Crítica.
  6. W. SAID, Edward (2018): “Cultura e imperialismo”. Madrid, Debate.
  7. RAMSDELL, Raphael (2015): “Cuando los elefantes luchan”. Under the Hood Production. (Documental)
  8. TISI CHANDO, Janvier (2019): “Cómo se estranguló el corazón de África por una conspiración”.  Independently published.
  9. TÖDT, Daniel (2021): “The Lumumba generation”. Berlín, Gruyter. (inglés)

Sobre el autor

Artículos

Co-fundador del Hereje, Lucas Mestre es el alma del proyecto. Como profesor y enamorado de la historia, vierte una mirada única en el contenido. Mestre es profesor de historia y geografía. Se licenció en historia y cursó un master en historia contemporánea. Tras esto se orientó como profesor, completando el master de formación del profesorado e iniciando así su carrera profesional. No sería hasta poco después cuando se le presentó la oportunidad de este proyecto, compatibilizando ambos aspectos de su vida hasta hoy.
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