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Armenia, el genocidio olvidado

Refugiados armenios

El pueblo armenio es uno de los más antiguos del mundo, con unos orígenes que se remontan al IV milenio a.C. Los entonces futuros armenios, se asentaron en una de las mesetas más estratégicas, y por ende anheladas, del globo terráqueo. Situado al sur del Cáucaso, entre el mar Caspio y el Negro, este lugar de cruce comercial entre los imperios de Oriente y Occidente fue anexionado tanto por persas, romanos, árabes y otomanos.

Una de las principales características del pueblo armenio es su religión, el cristianismo, siendo a su vez el primer estado en declarar esta religión como la oficial, ya que desde el 301, el Reino de Armenia es abiertamente cristiano. 

Hasta finales del S.XIX, cuando el territorio formaba parte del imperio otomano, los armenios vivieron con cierta estabilidad. Aunque eran considerados ciudadanos de segundo rango, con menos derechos y más impuestos, eran libres de mantener sus tradiciones y profesar su Fe. A todo ello se le suma la existencia de una élite intelectual y política en la capital, que cuyos integrantes incluso ejercían cargos en el estado (aunque bien es cierto que la gran mayoría de la población vivía en las provincias orientales de la Anatolia imperial).

Armenia a lo largo de la historia
Mapa de Armenia a lo largo de la historia

Nada hacía presagiar la brutal matanza que este pueblo sufriría a manos del gobierno otomano, durante la Primera Guerra Mundial. La población sería fatalmente diezmada (alcanzando aproximadamente el millón y medio de víctimas), obligados a abandonar sus hogares, llevados por el desierto hacia los campos de concentración allí dispuestos, muriendo por las penosas condiciones de vida impuestas, ejecutados por millares y de forma, inhumanamente, aleatoria. Esta es la triste historia de unos de los crímenes, casi olvidados, más crueles que se recuerdan. Esto es el genocidio armenio.

La decadencia del Imperio Otomano y la quiebra del estatus quo armenio

A finales del S.XIX un nuevo apelativo para el otrora majestuoso imperio otomano empezó a germinar en el seno de la opinión pública europea, “el enfermo de Europa». Los otomanos, sobre todo tras el conflicto contra los rusos en 1877 (por el cual perdieron un buen número de territorios en los Balcanes), empezaron a caer vertiginosamente en una profunda decadencia.

Ante esta coyuntura, en 1878, en la Conferencia de Berlín se defendió que los pueblos oprimidos del imperio tuvieran más autonomía y relevancia en las cuestiones de estado (no solo armenios, sino también griegos o kurdos entre otros). Esta situación fue aprovechada por los armenios para organizarse y realizar multitudinarias manifestaciones con el objetivo de exigir mayores derechos (Movimiento de Liberación Nacional Armenio). 

federación Revolucionaria Armenia
Imagen coloreada de fedayines o combatientes de la Federación Revolucionaria Armenia, entre 1980-1899.

Pero lejos de ser atendidos, durante el reinado del sultán Abdul Hamid II las condiciones de las minorías fueron en profundo declive, perpetrándose incluso una brutal matanza, las masacres hamidianas (1894-96) en las que más de 200.000 armenios fueron asesinados a manos de turcos y kurdos, tanto por la represión estatal como por el salvajismo popular (en diversas ciudades otomanas se organizaron verdaderos pogromos que tenían por objetivo linchar y asesinar a las minorías cristianas que allí residían, como griegos, asirios pero, sobre todo, armenios). El objetivo del estado era la homogeneización del territorio en una sola religión, tomando así como chivo expiatorio de su decadente situación a los cristianos.

Aunque en 1908, con la ascensión de los Jóvenes Turcos de Enver Pachá al poder, que derrocaron al sultán y confeccionaron una monarquía constitucional, parecía que la situación de los armenios iba a mejorar, pero todo fue un efímero espejismo. La pesadilla de los armenios no había hecho más que empezar.

La antesala del genocidio armenio

Tras la llegada de los Jóvenes Turcos, y la reimplantación de la constitución eliminada por el sultán, la situación, en un principio, mejoró notablemente para los armenios, contando incluso con diputados en el Parlamento. Pero en 1909 una contrarrevolución explotó en el imperio, con el objetivo de establecer de nuevo al sultán. Esta fracasó, y los Jóvenes Turcos otorgaron la corona imperial a Mehmet V (hermano del antiguo sultán).

En esta complicada coyuntura una nueva ola de antiarmenismo germinó en el imperio otomano, y 20.000 individuos fueron ejecutados por una facción de los jóvenes Turcos y el ejército enviado a la zona (masacre de Adana). Los motivos de estas matanzas siguen siendo difusos.

En 1912 y 1913 explotaron las guerras balcánicas, conflicto por el que el imperio perdió casi la totalidad de sus territorios europeos. Al mismo tiempo hubo una migración masiva de población islámica hacia la Anatolia y otras regiones imperiales, lo que dificultó aún más la convivencia entre los cristianos y los musulmanes otomanos.

Y sería en este tenso momento que en Europa se inició uno de los mayores conflictos bélicos de la historia, la Primera Guerra Mundial. Una fuerte oleada de sentimientos patrióticos impregnó por completo el territorio otomano. El barril de pólvora estaba dispuesto, y solo faltaba una pequeña chispa para hacer explotar una oleada de racismo que llevaría a la confección de unos de los crímenes más deleznables de la historia humana, el genocidio armenio.

El genocidio armenio

La Primera Guerra Mundial fue un verdadero fracaso para el Imperio Otomano. Estos tenían por objetivo atacar a Rusia por el Cáucaso, luchando así contra el duro invierno y el ejército ruso en la Anatolia oriental (territorio armenio). Y los primeros enfrentamientos acabaron en fuertes derrotas para los otomanos.

Un cabeza de Turco

Ante tal desprestigio nacional el gobierno decidió tomar una cabeza de turco, el pueblo armenio, bajo pretexto de que estaban apoyando al ejército ruso. Y para asegurar las fronteras orientales comenzaron los arrestos aprovechando el repliegue a la zona del ejército turco. En abril de 1915 acontece la matanza de Van, en la que perdieron la vida unas 25.000 personas. Los supervivientes se atrincheraron en la ciudad durante un mes, y este hecho, visto como una insurrección, fue el detonante de una política represiva hacia el pueblo armenio.

Armenios defendiendo la ciudad de Van, 1915
Armenios defendiendo la ciudad de Van, 1915

Bloody sunday armenio

El 24 de abril se produce el domingo Sangriento, momento en el que se detuvo a más de 600 intelectuales y políticos armenios (que serían o bien deportados, o ejecutados en las semanas siguientes). Las presiones extranjeras no tardaron en aparecer, y tanto británicos como franceses, el 24 de mayo y mediante una declaración común, se opusieron al “crimen en contra de la humanidad” que se estaba produciendo. Aunque el imperio otomano se defendió alegando que el objetivo era asegurar las fronteras en un contexto de guerra, lo que realmente se estaba gestando era la eliminación total de un enemigo milenario (los cristianos de la Anatolia) aprovechando la coyuntura bélica del momento.

De este modo se iniciaron las deportaciones hacia los desiertos de Siria e Irak. Miles murieron de agotamiento en el camino, otros, ejecutados de forma aleatoria durante su transcurso, vendidos como mano de obra esclava o apiñados en ferrocarriles rumbo a su nuevo hogar, unos 25 campos de concentración confeccionados en el desierto, en los que morirían decenas de miles debido a las inhumanas condiciones de vida.

Refugiados armenios fallecidos
Cuerpos sin vida de los refugiados armenios desfallecidos por el hambre, el cansancio y los esfuerzos de los largos traslados a los que fueron sometidos.

Debido a la difusa coyuntura política post guerra las matanzas y deportaciones duraron hasta 1923. Al finalizar este periodo, los armenios habrían perdido casi dos tercios de su población, de los cuales solo 65.000 individuos se mantuvieron en territorio otomano. El resto se vio obligado a refugiarse en el Cáucaso, Irán, Palestina, Siria o los Balcanes. Por su parte el territorio armenio fue reducido considerablemente, perdiendo casi tres cuartas partes, junto a su mayor símbolo, el monte de Ararat. Fue, sin lugar a dudas, una de las mayores limpiezas étnicas de la historia.

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