Índice
Parte 1: De las primeras oleadas migratorias hasta la confección de Israel
Palestina a finales del imperio Otomano
Durante el S.XIX el imperio Otomano entró en una etapa de decadencia, perdiendo territorios como Argelia, Bulgaria, Grecia o Egipto tras el avance de los nacionalismos que dilapidó su estado multiétnico y multiconfesional. El imperio, que encuentra sus raíces en 1229, será finalmente eliminado tras la Primera Guerra Mundial.
Palestina, en aquella época (segunda mitad del XIX), no era una estructura política diferenciada del imperio. Con un total de medio millón de personas, que vivían en un territorio de casi 27.000 km2, solo un 3% de la población era judía (un 86% era musulmana). Pero en el plano religioso, el territorio se caracterizaba por la pluralidad y tolerancia religiosa.
La población era mayoritariamente rural, y se hallaba organizada en torno a la familia y el clan (Hamula). Por su parte, la unidad administrativa otomana era más bien difusa en ese territorio, obteniendo de este modo una autonomía política más que notoria.
Económicamente Palestina se insertaba en circuitos comerciales transnacionales. Su exportación de productos se basaba sobre todo en los cítricos, pero también en aceite de oliva, algodón, cereales, sésamo o productos manufacturados (madera de olivo y vidrio). Pero la situación empezó a cambiar con la confección de los primeros asentamientos sionistas en la década de los 80 del S.XIX.
Los sionistas entran en escena, las primeras resistencias palestinas
El sionismo fue creado, debido al auge de los nacionalismos europeos, por una minoría judía europea (con Theodor Herzl al frente). Su objetivo, dotar de patria a un pueblo despatriado por la historia durante un contexto racista de la historia europea en el que los judíos no tenían cabida en sus naciones e imperios.
Pero el sionismo era un nacionalismo sin nación, y se plantearon diversos lugares en el que poder asentarse (Kenia, Madagascar, Chipre o Patagonia), siendo finalmente elegida Palestina, vendiendo la idea de pueblo oprimido que volvía dos mil años después de su largo exilio.
El problema, ¿cómo poder asentarse exclusivamente en un territorio en el que solo había un 3% de población judía? La respuesta, mintiendo sobre la situación Palestina, presentando el país al público occidental como una tierra baldía ocupada por bárbaros.
Aunque la primera oleada migratoria fue bien recibida por los nativos, a partir de 1880 las primeras resistencias aparecieron (debido a la segregación producida por los recién llegados que desposeían de sus tierras a los palestinos, dejándolos en la más absoluta miseria).
Pero fueron más bien escasas y desorganizadas, basadas en una serie de manifestaciones, críticas en los periódicos, debates en el parlamento otomano y boicots sin mucho éxito en contra de los comercios judíos.
Las primeras oleadas colonizadoras
A principios del S.XX, el movimiento sionista confeccionó la “invención del pueblo judío”, término acuñado por el historiador Shlomo Sand y que consistía en nacionalizar los textos sagrados bíblicos, que presentaban al pueblo hebreo como el elegido y a la tierra del Canaán (Palestina) como su Tierra Prometida. Es decir, la Biblia pasó de ese modo a ser un texto histórico.
En este contexto, se presentó el proyecto sionista como “un puesto avanzado contra la barbarie” propia de oriente (Theodor Herzl). Las dos primeras oleadas de colonizadores (1882-1903/1903-1914) atrajeron hacia el territorio unas 70.000 personas judías. Se confeccionó también la primera urbe solo para hebreos (Tel Aviv) y el primer kibutz (colonias en las que solo los judíos eran ciudadanos de pleno derecho).
Los sionistas buscaron apoyo internacional, encontrándolo en Inglaterra. Imperio que entendió que sus intereses coincidían, sobre todo tras el tratado de Sykes Picot de 1916. Engañifa que atestaron al pueblo árabe prometiéndoles un país arabo-musulmán, la Gran Arabia, si estos les ayudaban a luchar contra el imperio otomano durante la 1WW. Nación que nunca vería la luz tras el conflicto, sino que vio nacer en el territorio toda una serie de países como Irak, Palestina, Siria, etc. bajo tutela directa de las potencias europeas (Francia e Inglaterra).
Finalmente, la alianza entre los británicos y sionistas se consolidó en 1917, mediante la declaración de Balfour, texto en el que el imperio solicitó un “hogar nacional judío” en Palestina.
El mandato británico y el camino hacia la Gran Insurrección palestina
Palestina quedó bajo mandato británico de 1917 hasta 1948, imperio más propenso a las políticas del bando sionista (se aumentaron las oleadas de migración, las políticas segregadoras, ilegalización de los organismos árabes, etc).
En la década de los 20’ se consolidaron varias protestas multitudinarias, en urbes como Jerusalén o Yafa, dando pie a los altercados violentos de 1929 con un saldo de 133 víctimas judías y 116 palestinas. Entre estos violentos acontecimientos explotó la matanza de Hebrón, brutal matanza popular en contra de los civiles judios de la ciudad de Hebrón en los que moririan 67 judíos a manos de sus vecinos árabes armados con cuchillos y bastones.
Aunque los británicos empezaron a entender los problemas que estaban generando estas fuertes oleadas de migración (llegando incluso a confeccionar una comisión de investigación al respecto), la implantación del III Reich en Alemania supuso la llegada de más de 160.000 individuos a Palestina, siendo ya el 27% de la población.
Tras el despunte de los movimientos anticolonialistas en Irak y Siria, los palestinos empezaron a organizarse en partidos de masas como Istiqlal (cuyo ideario se orientaba hacia el panarabismo y la unificación de la lucha anti-sionista y anti-británica) o guerrillas armadas como Mano Negra (Al-Kaff Al-Aswad) del predicador al-Qassam.
Y en esta situación de convivencia más que complicada explotó el “incidente del cemento”, cuando, en 1935, los ciudadanos de Yafa descubrieron en su puerto un gran envió de armas belgas destinado a engrosar la fuerza de combate de la organización paramilitar sionista de la Haganá. El descontento provocó la confección de dos huelgas generales, y allanó el camino hacia la Gran Insurrección Palestina, sin duda el momento más tenso del mandato británico.
La Gran Insurrección Palestina
En la primavera de 1936 el pueblo palestino convocó una huelga general, surgiendo a la postre boicots, cierre de colegios y fábricas y altercados violentos que se saldaron con decenas de muertes. Se inició de ese modo la Gran Insurrección palestina.
Aunque la huelga duró seis meses, la insurrección no finalizó hasta 1939 (teniendo la segunda fase de la misma un carácter más violento y rural). En este contexto los mandatarios británicos impusieron el estado de excepción, junto a la censura de la prensa e ilegalización de organizaciones palestinas, los registros domiciliarios, deportaciones, penas de cárcel preventivas, torturas e incluso penas de muerte (por posesión de armas).
Por su parte, y aunque en un principio sus ideales se vieron fuertemente influenciados por el socialismo, las fuerzas sionistas, a partir de la década de los 20, estuvieron influenciadas por la doctrina del “muro de hierro” de Jabotinsky, gran admirador del fascismo europeo. Esta defendía la imposición de la fuerza y la derrota total del pueblo palestino como único medio de supervivencia del pueblo hebreo.
En este contexto surgieron organizaciones paramilitares sionistas como los Escuadrones Especiales Nocturnos y el Irgún, que no dudaron en emplear la violencia armada durante la Gran Insurrección, atentando contra la población civil palestina, sirviéndose de coches bombas, explosivos en mercados, autobuses, etc. (como lo acontecido en Haifa en 1938, con la muerte de casi 50 civiles). Por su parte, la población palestina también hizo uso de la violencia contra británicos y el Yishuv, siendo su episodio más representativo el de la Masacre de Tiberíades en el que 19 personas perdieron la vida.
Al final de este turbulento periodo se cuenta la muerte de unos 5.000 palestinos, 262 británicos y poco más de 200 judíos. La idea de la creación de dos países en Palestina fue cogiendo notoriedad en el plano internacional.
El final del mandato británico en Palestina
La política británica en Palestina dió un giro radical tras la promulgación del “libro blanco” de MacDonald, en el que se decretaba la restricción de las oleadas migratorias hacia el país y el abandono de la división del mismo.
De este modo los británicos perdieron su alianza con los dirigentes sionistas, y se vieron entre dos fuegos (con el apoyo palestino perdido tiempo atrás). Y la Segunda Guerra Mundial explotó en Europa.
Las corrientes políticas derechistas (y ultra derechistas) sionistas formaron el Lehi, organización que promulgaba la idea de superioridad racial judía frente a los árabes (vistos como “una nación de esclavos”) y cuyo objetivo era la creación de un estado puramente hebreo (llegando incluso a proponer una alianza militar con el III Reich). Cabe destacar que una vertiente palestina, encabezada por Amin al-Husseini, también se acercó hacia los postulados filofascistas en busca de aliados frente al avance sionista.
A finales de la guerra se confeccionó “el movimiento judío de resistencia” (con la alianza de las organizaciones políticas y paramilitares del Lehi, la Haganá y el Irgún). Su objetivo era atacar el imperialismo británico. Su acto más conocido fue la masacre del hotel King David en 1946 donde fallecieron 91 personas.
Ante este aumento de las hostilidades, tanto por parte de sionistas como palestinos, junto a sus sistemáticos fracasos en sus políticas, la crisis post guerra y la influencia de la descolonización india, el Reino Unido decidió traspasar sus responsabilidades en ese territorio a la recién inaugurada ONU (febrero del 47), dando así por concluida su aventura en Palestina.
La ONU toma el control de la cuestión Palestina
Al final de la Primera Sesión Extraordinaria de la ONU se decretó la partición de Palestina en dos naciones soberanas, política acorde con los intereses sionistas.
Estos fueron apoyados tanto por los USA (cabe destacar que en sus memorias Truman escribió que nunca en su carrera política había sufrido tantas presiones como las confeccionadas por los lobbys sionistas norteamericanos, temiendo incluso por la supervivencia del Partido Demócrata si este rehusaba su apoyo) y la URSS (ya que la gran parte del movimiento sionista era de tendencia socialista, buscando en ellos un futuro aliado en la Guerra Fría).
A ello hay que añadir “las presiones morales” de lo acontecido durante el holocausto perpetrado por el III Reich y acontecimientos como el Affaire Exodus del 47, barco pagado por la Haganá que tenía por misión traer al territorio miles de refugiados judíos europeos. Este, al considerarse ilegal, fue abordado salvajemente por las tropas británicas, muriendo decenas de judíos.
La Resolución de partición de Palestina (Resolución 181) fue promulgada en noviembre del 47. De este modo, el Estado de Israel englobó un 55% del territorio colonizado por los británicos, siendo la población judía poco menos del tercio de la zona, además de contar con las tierras más fértiles de la región y que la población palestina que habitaba esas zonas, unos 400.000 individuos, no gozaban de ningún mecanismo que impidiera su futuro desalojo.
Bonus
Este video muestra la vida en Palestina en 1930 desde el punto de vista de un crucero de EEUU:
Bibliografía
- W. SAID, Edward (2013): “La cuestión palestina”. Madrid, Debate.
- SAND, Shlomo (2011): “La invención del pueblo judío”. Madrid, Ediciones Akal.
- RAMOS TOLOSA, Jorge (2020): “Una historia contemporánea de Palestina-Israel”. Madrid, Catarata.