Espartaco es uno de esos individuos que nos han legado una biografía que perdurará en los anales de la historia. Líder de una de las mayores rebeliones, la Tercera Guerra Servil, iniciada en el 73 a.C, y finalizada dos años más tarde, el antiguo esclavo consiguió organizar a una gran masa de esclavos con el fin de alzarse en contra de las autoridades de la República de Roma y de los abusos que esta cometía.
En una sociedad esclavista, en la cual, según el dato historiográfico más aceptado, aproximadamente un 25% de la población eran esclavos (aunque según el estudio del historiador P. A. Brunt, durante el S.I a.C, la población esclava ascendía a la friolera de 2 millones de personas, en una civilización de 3’25 millones), este acontecimiento tuvo un gran calado político, económico y social que hizo tambalear el orden establecido. Esta es la historia de Espartaco, el gladiador que hizo temblar Roma.
Índice
Espartaco, el inicio de la revuelta
Este personaje nació en Tracia (más precisamente en territorio medo) a finales del S.II a.C, poco menos de medio siglo tras la conquista de su tierra por las tropas romanas. Poco sabemos de su infancia, sólo que en su juventud sirvió en las tropas auxiliares romanas hasta su deserción, para finalmente ser capturado, junto a su mujer, y transformado en gladiador. Cabe destacar que para algunos historiadores antiguos, cómo Plutarco o Apiano, este descendía de un importante linaje aristocrático. Sea como fuere, se hizo un nombre cuando logró huir, junto a otros 70 gladiadores, al monte Vesubio, desde el cual empezó su rebelión.
La revuelta se extendió por el sur de Italia y, en poco tiempo, los rebeldes contaron con un total de 70.000 soldados. Improvisado ejército con un claro objetivo en mente, huir por los Alpes para así conquistar su libertad.
Espartaco, el gran héroe de los esclavos
Sin embargo, muy pronto la situación de los rebeldes se complicaría. En el seno del ejército germinaron dos vertientes antagónicas sobre cual debería de ser el objetivo del mismo. Por un lado se hallaban los que querían mantener el plan de huida de Espartaco. Por otro lado, los que querían tomar Roma, bajo el liderazgo de Crixo.
Los 20.000 soldados comandados por Crixo perdieron la batalla, muriendo en combate la mayoría (entre ellos su líder). Las tropas de Espartaco, por su parte, casi lograron su objetivo. Pero, cuando ya habían alcanzado prácticamente su libertad, venciendo a los romanos en el valle del Po, tomaron una decisión bastante extraña. Decidieron tornarse hacia el sur y conquistar Roma (seguramente bajo la euforia de la victoria y su sed de venganza).
Su segundo avance fue más que fructífero. Eran una horda casi imparable para el ejército de la República pero, de nuevo, hubo distensiones en el seno del ejército. el ejército rebelde se volvió a dividir en dos grupos y, esta vez, la oportunidad fue aprovechada por los romanos. Con el objetivo de poner punto y final a la revuelta, las autoridades republicanas lograron organizar un ejército de 120.000 hombres., y esta enorme armada consiguió la victoria en la batalla del río Silario en el 71 a.C.
Aunque lucharon con bravura, intentando vender cara su piel, en la batalla cayeron varias decenas de miles de esclavos rebeldes, entre ellos Espartaco. Todos los prisioneros, unos 6.000, fueron crucificados a lo largo de la vía Apia como advertencia al resto de esclavos. Pero nunca hallaron el cadáver de nuestro protagonista.

Las tácticas militares que llevaron de cabeza a los romanos
100 esclavos contra 3.000 pretorianos: una victoria más que sorpresiva
En una de sus primeras batallas, cuando los esclavos amotinados en el monte Vesubio no eran ni cien, pudieron hacer frente y vencer a un ejército pretoriano de 3.000 soldados. ¿Cómo? Recurriendo a la astucia de su líder.
Este aprovechó la confianza de los romanos y espero a la llegada de la noche para asestarles un duro golpe. Los romanos habían acampado en la falda del monte sin establecer ningún sistema de defensa y, cuando la noche cayó, los rebeldes descendieron mediante cuerdas (que habían confeccionado gracias a los sarmientos de las viñas) por la parte más escarpada del volcán. Mientras los soldados estaban durmiendo, los esclavos les atacaron, creando una matanza que nadie se esperaba. Los que se libraron de tan violento destino no tuvieron otra opción que huir por su vida.
Un ganado bien utilizado
El segundo ejemplo aconteció años más tarde. Durante su avance hacia el sur, Espartaco tenía un plan para poner en jaque a Roma: crear en Sicilia un bastión inexpugnable anti romano. Con este fin se pusieron en contacto con unos piratas que le prometieron unos barcos, pero en realidad les estaban preparando una trampa. Cuando los rebeldes llegaron a las costas fueron rodeados por las tropas romanas, y los barcos piratas nunca aparecieron.
Ante esta terrible situación, Espartaco ideó un plan para poder salvar su cuello y el de los suyos (utilizando una táctica ya usada por Aníbal). Durante una noche de tormenta ató unas antorchas a un gran número de ganado y los mandó hacia los romanos. Cuando estos se prepararon para el combate se dieron cuenta del engaño, pero ya era tarde, los rebeldes habían escapado por otro lado.
Curiosidades

¿Sabías que Espartaco degolló a su caballo antes de empezar la batalla?
En su última batalla contra Craso, Espartaco, en un gesto de dramatismo degolló a su caballo y pronunció estas palabras: «Vencedor, no me faltará montura, vencido, no tendré necesidad de ella»
Libro recomendado

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Bibliografía
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- MOMMSEN, Theodor (2012): “La historia de Roma”. Barcelona, Nabu Press.
- WHEATON Charlotte: “Espartaco, detrás del mito”. History Channel. (Documental)
- HARMAN, Chris (2013): “Historia mundial del pueblo”. Madrid, Akal.
- APIANO (2016): “Historia romana, las guerras civiles I y II”. Madrid, Gredos.
- APIANO (2016): “Historia romana, las guerras civiles III-V”. Madrid, Gredos.
- (1864) Enciclopedia moderna (1079 p.). Madrid.