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Una Expo en un clima complicado
En la Exposición Internacional de París (Expo 37), acontecimiento realizado el año 1937, tuvo lugar un curioso hecho. Una lucha encarnizada entre dos grandes enemigos, que pronto se medirían las fuerzas en la Segunda Guerra Mundial. Y no es para menos puesto que, soviéticos y nazis, compitieron para demostrar al mundo cuál era la potencia en auge del momento. Fue tal la batalla que llegaron a rivalizar con la mismísima Torre Eiffel por el protagonismo del cielo parisino, mediante la construcción de dos enormes pabellones.
Aunque este acontecimiento tenía por finalidad intentar apaciguar los ánimos, más que tendidos por aquel entonces, su propósito no fue ni de lejos conseguido. Ambas potencias utilizaron este evento como medio propagandístico para enarbolar la supremacía de sus naciones. Y con este fin realizaron unas faraónicas obras para la confección de sus pabellones.
Una lucha arquitectónica sin cuartel
Los nazis, bajo la dirección del arquitecto alemán Albert Speer, realizaron una gigantesca estructura de 57 metros de altura. En su cúspide anidaba un águila, símbolo del fascismo alemán en este caso, de unos 9 metros, con una esvástica a sus pies.
Por su parte, los bolcheviques, dirigidos por Boris Iofan, realizaron una torre de mármol de 33 metros de altura. Esta estructura estaba coronada por una enorme estatua de acero inoxidable (de 24 metros de altura) de la escultora Vera Mukhina. En ella se hallaba representado un obrero y una campesina, uno con el martillo y la otra con la hoz, cuyo título era “El obrero y la koljosiana”.
El exceso de confianza alemán tuvo su precio
El objetivo, y gobernando en Francia el Front Populaire de León Blum (de tendencia socialista moderada), era que tal acontecimiento internacional se iniciará el 1 de Mayo. Pero, debido a una serie de huelgas y protestas de los trabajadores, tuvieron que aplazar su inauguración al 25 de mayo. Sólo los soviéticos terminaron en el tiempo acordado. Lo que supuso un duro golpe para los nazis.
Además de intentar limar asperezas entre los futuros combatientes, el objetivo oficial de la Expo 37 era demostrar que tecnología y arte pueden andar cogidos de la mano. Y cabe destacar que fue en ese momento y en ese lugar, que fue expuesto, al gran público, el Guernica de Picasso. Otro revés, a mano abierta esta vez, para los alemanes.